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jueves, 28 de febrero de 2013

Ernesto Sabato





Su memoria está compuesta de fragmentos de existencia, estáticos y eternos: el tiempo no pasa, en efecto, entre ellos, y cosas que sucedieron en épocas muy remotas entre sí están unas junto a otras vinculadas o reunidas por extrañas antipatías y simpatías. O acaso salgan a la superficie de la conciencia unidas por vínculos absurdos pero poderosos, como una canción, una broma o un odio común. Como ahora, para ella, el hilo que las une y que las va haciendo salir una después de otra es cierta ferocidad de la búsqueda de algo absoluto, cierta perplejidad, la que une palabras como padre, Dios, playa, pecado, pureza, mar, muerte.




En: Sobre héroes y tumbas; I. El dragon y la princesa.

a Patxi.

martes, 12 de febrero de 2013

Charles Baudelaire










EL HOMBRE Y EL MAR

¡Hombre libre, por siempre has de querer al mar!
Es tu espejo: contemplas a tu espíritu mismo
en su ola que se desenrolla sin cesar;
y tu alma no es menos amarga que su abismo.

Gozas hundiéndote en el seno de tu imagen;
la acaricias con brazos y ojos; tu corazón
se distrae muchas veces de su propia emoción
al eco de esa queja indomable y salvaje.

Ambos sois tenebrosos a la vez y discretos:
hombre, nadie ha sondeado el fondo de tu abismo;
oh mar, nadie ha llegado a tu tesoro mismo,
¡con tan celoso afán guardáis vuestros secretos!

Y entre tanto van ya siglos innumerables
que sin piedad ni remordimiento os atacáis;
de tal modo la muerte y la matanza amáis,
¡oh eternos luchadores, oh hermanos implacables!








En Las flores del mal.