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domingo, 15 de abril de 2012

viernes, 13 de abril de 2012

EDUARDO GALEANO Los hijos de los días.


   



Marzo
30

Día del servicio doméstico

   Maruja no tenía edad.
   De sus años de antes, nada contaba. De sus años de después, nada esperaba. 
   No era linda, ni fea, ni más o menos.
   Caminaba arrastrando los pies, empuñando el plumero, o la escoba, o el cucharón.
   Despierta, hundía la cabeza entre los hombros.
   Dormida, hundía la cabeza entre las rodillas.
   Cuando le hablaban, miraba el suelo, como quien cuenta hormigas.
   Había trabajado en casas ajenas desde que tenía memoria.
   Nunca había salido de la ciudad de Lima.
   Mucho trajinó, de casa en casa, y en ninguna se hallaba. Por fin,  encontró un lugar donde fue tratada como si fuera persona.
   A los pocos días, se fue.

   Se estaba encariñando.